sábado, 13 de septiembre de 2008

Hoy no hablamos de Internet


Hoy no hablamos de Internet. Este blog, aunque centrado en la web, quiere ser un poco generalista, y de vez en cuando hacer una escapada fuera de la pantalla del ordenador.


Hoy hablemos de libros. Veo en los kioscos que está a la venta una colección con los libros de Patricia Cornwell. Septiembre es el mejor mes para las colecciones. Encuentras de todo, he visto que hay hasta una colección de rosarios... Así que también hay sitio para los libros que nos cuentan las vivencias de la forense Kay Scarpetta.


Hace ya unos cuantos años, allá por 1995 o 1996, cayó en mis manos el primer libro de la serie. Por aquel entonces todavía no teníamos CSI en televisión, así que aún no había tanta afición a los forenses. Me encantó aquel libro (Postmortem, cuya primera edición es de 1990), me ataron los personajes, la doctora Scarpetta, su sobrina Lucy, el detective Marino, el agente Benton del FBI... En aquel entonces yo vivía en Inglaterra, así que los leí en inglés. No podía recomendarlo a mis amigos y familiares de España porque no se había editado todavía en castellano. Por supuesto, ya hace tiempo que está disponible en nuestro idioma, pero Patricia Cornwell no es una autora (hasta ahora) que haya ganado un lugar preeminente en los escaparates de nuestras librerías, mientras que otros escritores extranjeros, con mayor o menor mérito, sí lo han conseguido (Stephen King, Ken Follet o Dan Brown, por ejemplo).


Sin embargo, a estas alturas, siento decir que ya me he desencantado de las aventuras de la forense. Las primeras novelas consiguieron que no pudiera soltar el libro hasta haber llegado al final, pero las últimas que he leído han supuesto una gran decepción. De hecho llega uno a preguntarse si es la misma escritora... Supongo que suele ocurrir: no puedes escribir tantas novelas sobre unos mismos personajes y mantener el interés y la calidad de tus escritos; llegará un momento en que realmente, como autor, ya no tiene ningún aliciente seguir dando vueltas sobre lo mismo, aunque es lo que demandamos el público (somos así de dictadores). En fin, imagino que Patricia Cornwell pensará que, mientras a ella le paguen, qué más da si la calidad se resiente. Cuentan que Conan Doyle acabó tan harto de su personaje Sherlock Holmes que lo mató en una novela, para tener que revivirlo más tarde en la siguiente a instancias del público, y de su propia madre (la de Doyle), que era fan del detective inglés.




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